12 enero 2006

Mis crónicas favoritas...

Me arriesgo porque quiero arriesgarme, porque creo que ambos autores lo merecen y lo ameritan, son dos grandes que han inspirado a otros grandes a través de la historia, son personajes interesantes en su forma y, aún más, en su fondo. De pluma apasionada y mente soñadora, cada uno entrega, de sobra, lo que se espera de ellos. Dos maestros dedicados a las letras en cuerpo y alma, dos maestros que enseñan en cada línea que escribir es amar la palabra y darle vida.
Para este análisis escogí a Gabriel García Márquez y su libro “La Aventura de Miguel Littin Clandestino en Chile”, una crónica extensa, escrita en primera persona (de Littin al público) que describe con un detalle único las peripecias del cineasta chileno de vuelta al país durante su periodo de exilio. García Márquez es capaz de mostrarnos un Chile tan exacto, un ambiente tan claramente familiar que da la impresión de que fuera el mismo quien va dando cada paso a la vera de Littin. García Márquez describe no sólo lugares, ambientes y reacciones con una exactitud propia de la memoria más privilegiada; también se interna en los miedos, ansiedades y respiros de cada uno de los personajes que recorren su obra haciéndonos sudar, temblar y llorar con ellos. Esta crónica sólo da cuenta de la capacidad literaria de un grande, nada nuevo para los que lo conocen, pero a diferencia de sus grandes obras, ésta me suena más íntima y personal que cualquiera.
Mi segunda elección es una española con carácter, que dice mucho, a veces, en muy pocas palabras, inteligente y audaz. De ella escogí un compilado que no sé si tendrán algo de crónicas, biografías o de ambas cosas, en fin, escogí a Rosa Montero y sus “Historias de Mujeres” que cuenta la vida de 15 personajes femeninos mundiales tan disímiles como interesantes; malas unas, demasiado buenas otras, pero todas, finalmente, mujeres que hicieron historia. Rosa no sólo cuenta sus vidas muy bien documentada, sino que entra en ellas como si fueran parte de la propia, tomando partido, analizando sus actos; a veces enjuiciando, otras defendiendo, pero siempre dejando el corazón en cada letra, como si contara la vida de una íntima amiga, de su madre o de su peor enemiga, en fin, de alguien que de una u otra forma ha calado hondo en su vida. A través de las páginas nos enseña no sólo el desarrollo de 15 caminos distintos, sino también del propio, que va apareciendo de línea en línea como asomándose tímida entre las letras.
Rosa se muestra, Gabriel se muestra y yo me enamoro de ellos por que ambos me entregan todo lo que busco en una buena lectura; realidad, fuerza, coraje y sentimiento. Muy pocos autores logran lo que ellos logran en mí: que los lea y con ganas.